ahora no

2a

Okolice Warszawy, 2008

Hoy no hay nieve. Ayer tampoco. En realidad la nieve desapareció casi tan rápido como llegó. Además, esta mañana hacía sol. He salido de casa y he cogido el bus. En el bus una señora mayor me daba codazos intentando ganar espacio en mi asiento para incorporar una mierda de bolsa de plástico, llena de no sé qué, al espacio entre su asiento y el mio. Me he bajado en una parada nueva para mi. El lugar, sin embargo, no estaba ni a 400 metros de unas cuantas calles por las que suelo pasar cuando voy al centro. He sacado la cámara para hacer unas fotos y en ese momento ha empezado a soplar un viento frío y seco. Después de emprender la marcha me he dado cuenta de que en la calle, tan vacía como estaba sin casas y con un tendido eléctrico que la cruzaba, había al final un conato de aglomeración que he imaginado estar frente a la puerta del hospital reumatológico. Después de varios minutos he alcanzado el barullo de gente que estaba compuesto de unos cuantos viejos, algunos escayolados, una señora con una mesa de picnic cubierta de calcetines para vender y una chica joven, muy joven para ser su hija, que colgaba, usando perchas de plástico de colores, unos horrendos jerséis de la valla del hospital. La zona era modesta, como en general lo es Varsovia, pero estaba más arreglada de lo normal. Era más ordenadas, sin carteles por todos sitios, mil tipografías y colores inarmónicos. Había casas bajas a un lado y a otro de la calle. Cada una de una forma y un color, pero todas de dos plantas. He pensado que me resultaba agradable y que en ese barrio podría vivir yo. Inmediatamente he pensado que debía de estar demasiado mal comunicado como para vivir en él. Finalmente he tenido que preguntar por la calle que andaba buscando. Me he dirigido a dos señoras que hablaban en una esquina. Una de ellas ha insistido en saber qué andaba buscando en concreto. Me he hecho el loco y aunque no tenía prisa, ni perdida las indicaciones, he insisitido en si la calle se encontraba detrás del primer bloque. No, detrás del segundo o el tercero, pero no había perdida, era la única calle. Los tres, finalmente, bloques estaban sin pintar. Grises. De más de 15 plantas. He recordado los primeros documentales de Wajda en color. Varsovia antes del 89. Varsovia gris. No es una metáfora. Era una realidad. Los comulistas (comunista+socialista) debían pensar que el color no servía para nada. Yo pienso que por eso los polacos tienen el sentido del gusto cromático desarrollado tal como lo tienen. La calle no estaba muy lejos. Una foto a una bici que asomaba su rueda delantera por encima de la barandilla del balcón en el que estaba aparcada. La primera construcción que se encuentra a la derecha, antes incluso de poder cruzar la calle, tenía el número que buscaba. Era el 2.


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