despertar
Madrid, 2008
Hay un par de fenómenos curiosos relacionados con la vida moderna y viajera y de uno de ellos he sido víctima hoy mismo. Los susodichos fenómenos son el cultural shock y el reverse cultural shock. En realidad, y por supuesto, exagero. Después de una noche de sufrir los excesos de los guiris en España, esto es, despertarme cada 5 minutos con alguien vomitando el alcohol no asimilado, me he despertado con la alarma de mi teléfono móvil a las 8 de la mañana. Al saltar de la cama, además de no saber donde estaba, he tardado unos buenos minutos en darme cuenta de que no me había confundido de hora, solo es que a las 8 de la mañana estaba todavía amaneciendo. Y con ese lento amanecer del día amanece la gente y me ha dado hasta tiempo a pillar las terrazas sin montar. Porque, oh, sorpresa, aquí todavía hay terrazas.
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