12:55 (-12ºC)

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Warszawa, 2009

El invierno vuelve a ser invierno de verdad. No subimos de cero grados y de hecho aunque haga mucho solo nunca nos acercamos a ellos. Parecía que la nieve solo iba a manchar las calles y resulta que los 15 centímetros que cayeron se quedaron y aquí siguen con nosotros para disfrute de los dueños de los perros que van decorando la masa blanca con diseños amarillos y mojones que van del negro al verde, por supuesto con suficiente variedad en las texturas como para no aburrirse.

Hace un par de semanas un chico italiano me preguntaba que si me había comprado ropa especial ara venir a vivir a Siberia pero le expliqué que en mi pueblo también hace frío. De hecho yo no me constipo aquí, aprovecho y me pongo enfermo en España, como estas navidades, que es algo mucho más divertido. Ir para estar en cama. Si hay algo más particular para esta climatología es la selección del calzado. Ayer, después de comprobar que llegábamos a los -18ºC cuando me disponía a salir de mi casa me fui a cambiar mis zapatillas por la botas de montaña. Por ser considerado con el personal que me rodea me dispuse a rociar el interior de las botitas de astronauta con desodorante, pero por no llevar las gafas cogí el bote de 3 en 1, que aquí no se llama así y es azul como el de deodopie. Por no llevar las gafas, pero por suerte esta vez, en vez tener el pitorrillo apuntando hacia el interior de la bota lo tenía hacia mi cara. De modo que al final fue muy sencillo saber que me había equivocado de espray y evité una catastrofe.


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