casi un mes después, casi cuatro años después

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Chinchilla. España, 2010

El parón de esta vez ha estado bien motivado. Desde comienzos de agosto estoy en España. He pasado las tres primeras semanas vacacioneando, con lo que me he convertido en uno más de los millones que se toman su descanso en este mes.

Desde que vivo fuera de España las visitas, que no suelen ser muy frecuentes, están acompañadas de una mezcla de sentimientos, de entre los cuales el agobio acaba siendo el rey una vez que supero la barrera de los 5 días de estancia. Pensaba yo que con la crisis y todo lo que la acompaña, esta visita se iba a hacer más difícil de lo habitual. Para mi sorpresa no ha sido así.

Uno de los motivos por los que decidí a irme de España era buscar otras formas de ver, otros puntos de vista. Cuando me fui hace 10 años a Francia fue por ese motivo, aunque subir 1500 km al norte no cambió las cosas tanto como yo esperaba, sólo el acento era un poco distinto. Al doblar esa distancia, estoy a unos 3000 km de donde solía estar mi casa, parece que mi plan comienza a funcionar. No soy de aquí, ni de allí. Tampoco soy un visitante ocasional, ni un local con tradición. Lo que es habitual deja de serlo y la facilidad para moverse, y sentirse como en casa, se suma al margen de error que se le permite al forastero. Es una mezcla de desapego y de curiosidad que me interesa y me aporta mucho. Por supuesto que, como todo, esto también tiene un precio.


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