Día 6 Polany-Nova Kelca

La vieja escuela

La vieja escuela. Polany, 2008

El día empieza con un desayuno más interesante y abundante todavía que la cena de anoche, lo que se añade a una noche bien descansada, tranquila y fantásticamente reponedora. Confirmo con la señora que lleva la casa el camino a seguir, recojo y a dar pedales. Sé que tan solo el primer kilómetro es en ligero descenso y después serán unas decenas de los mismos cuesta arriba. Por el camino me cruzo con un par de obreros que me confirman que el camino que llevo es el bueno. Si pregunto no es por vicio, sino porque aquí, como ya he dicho antes, señales indicadoras hay más bien pocas. De hecho, cuando llego al final de la subida, después de adelantar a un camión que revienta a mitad de la cuesta, llego a un cruce con 3 posibilidades que por supuesto está sin señalizar. Una de las opciones es por la que vengo, quedando automáticamente descartada y de las otras dos cualquiera puede ser la buena. Le doy varias vueltas al mapa y cuando estoy decidido a echarlo a cara o cruz oigo que se acerca un coche, por lo que decido esperar. Este encuentro acaba siendo uno de los más agradables de todo el viaje. El conductor se sorprende al saber que soy español, pero le aclaro que en bici vengo solo desde Varsovia y el sigue igualmente sorprendido. Me dice por donde tengo que ir, pero estamos un buen rato de charleta, lo que le da para celebrar con alegría que hable polaco, que me haya decidido a emprender mi viaje y a visitar su tierra, con lo que cual concluye que me tiene que hacer un regalo, darme dinero polaco, lo que sea con tal de demostrar su agradecimiento, a todo lo cual me niego. Nos despedimos y comienzo unos buenos kilómetros de bajada acercándome a la frontera eslovaca.

Al fondo Eslovaquia

Al fondo Eslovaquia, 2008

Al fondo, detrás de lo que parece ser lluvia y de las montañitas está Eslovaquia. Solo son unos kilómetros en linea recta, pero de momento me espera un poco de bajada, para volver a subir de nuevo y entonces cruzar la frontera.

Mszana

Mszana, 2008

La bajada la hago entre casitas y granjas familiares que parecen soportarse mediante una economía casi de subsistencia. Me recuerda a algunos pueblos asturianos de casas desperdigadas, praderas y vacas.

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Mszana, 2008

Aunque esto me recuerda al norte de España, desde luego las casas no, construcciones de madera frente a la piedra que recuerdo del norte español. Siempre pienso que con el frío que hace por aquí, igual les vendría bien haber construido en piedra, que digo yo aislará mejor que la madera. Además con la humedad que hay por aquí y lo riguroso del tiempo, el trabajo de mantenimiento que tienen que dar este tipo de construcciones tiene que ser importante. Entiendo que construir en madera en lugar de con otros materiales se debe a que es la materia prima que se tiene más a mano.

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Barwinek, 2008

Después de haber bajado unos cuantos kilómetros me toca volver a subir para alcanzar la frontera con Eslovaquia. Pregunto a unos polacos que están arreglando un camión y me indican que lo mejor es cambiar en un quiosco que hay al otro lado de la frontera. Cruzo la frontera, cambio, hago un segundo desayuno antes de ponerme a bajar y en 15 minutos reemprendo la marcha.

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Komárnik, 2008

Los primeros kilómetros de descenso, con pendientes bastante considerables pero con un firme muy bueno en la carretera, me sorprenden, primero, por el buen estado en el que están, segundo porque cada 500 metros hay una familia gitana, o buena parte de ella, vendiendo setas en el arcén, con lo que yo me tengo que ir en medio de la calzada, tercero, porque estoy bajando tanto tiempo que empiezo a pensar que voy a bajar por debajo del nivel del mar.

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Ladomirová, 2008

A todo lo anteriormente mencionado se añade, este monumento alegórico.

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Svidnik, 2008

Esta iglesia ortodoxa tan galáctica que tienen en Svidnik.

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Strocin, 2008

Visto lo cual, y que está empezando a chispear, me decido a parar a comer en Strocin y a guardar la colada en las alforjas que ya está seca.

Las primeras impresiones de Eslovaquia como ciclista es que los conductores son más respetuosos conmigo que los polacos, que suelen pasar rápido y tan cerca como pueden de la bici. Aquí, por algún motivo, en general porque los conductores son conductores, hacen un adelantamiento en condiciones, desplazándose lo suficiente al otro carril.

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Stropkov, 2008

Dejo la carretera principal y me adentro por una secundaria que sigue estando en muy buen estado. Me dirijo hacia el lago Domasa que no queda a muchos kilómetros, pero las nubes están amenazantes y hace unos kilómetros chispeaba, aunque no se ha concretado la amenaza en nada serio.

En Stropkov están de fiesta y en la entrada del pueblo un monumento con la pintura de hace unos años representa a los que disfrutan por detrás del mismo de un concurso de salto hípico y de la noria.

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Lago Domasa, 2008

Antes de lo que me espero alcanzo una cola del lago Domasa. Me impresionan la densidad de la vegetación que lo rodea, así como la oscuridad y quietud de su agua.

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Lomne, 2008

Esta parte del lago está rodeada de pueblecitos que no tienen nada de turísticos. Son unos pequeños pueblos en los que no se ve una animación especial, solo algunos lugareños que se preparan, refugiándose en casa, para la que parece que me va a caer a mí encima.

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Camino de Valkovce, 2008

La carretera es pequeñita y no muy transitada, las ramas de los arboles se van cerrando sobre el asfalto y hacen de estas pedaladas todo un placer.

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Camino de Valkovce, 2008

Mire hacia donde sea la naturaleza es increíble por aquí. Disfruto de este camino unos minutos más y finalmente llego a una barrera que marca la entrada de esto que parece ser un parque natural. En un cartel indican los precios por entrar a la zona, según el vehículo, edad de la persona, etc… No hay nadie así que sigo adelante. Varios cientos de metros más tarde en un puesto parecido al anterior me encuentro con el guardia que regula la entrada y me dice amablemente que siga adelante, que no tengo que pagar nada. ¡Buen rollito hoy!

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Valkovce, 2008

Es una pena, pero el pueblo al que llego, Valkovce, es un Benidorm en miniatura y decadente. El camping es un solar saturado de gente con música a toda castaña y bebiendo, así que no me animo a quedarme en él.

Llevo 80 kilómetros y unos cuantos puertos de montaña, así que me quedo a comer de momento en el chiringuito que hay enfrente del camping. Es mi primera interacción eslovaca así que no me decido a hablar en polaco, lo hago en inglés y me hago entender con dificultades. Mientras espero la comida una pareja que parece sacada de película entabla conversación conmigo. Él 1,70 m y 100 kilos, calvo y lleno de tatuajes, cadena de oro y solo con unos shorts. Ella rubia de bote, 1,65 m y 45 kilos, uñas rojas short y top rosas. Él me pregunta que si tengo todavía mucho camino por delante. Instintivamente le respondo en polaco, aunque después me doy cuenta de que me ha hablado en eslovaco. El caso es que me parece entender mucho más de lo que debiera en eslovaco y ya me explica que vivió muchos años en San Francisco y que todos sus amigos eran polacos y que por eso el habla polaco. Conversamos sobre los viajes, sobre el mío, sobre los polacos, sobre la gente de las montañas y al final me como unos pierogi, que aquí también, como en Polonia, dicen que son su plato nacional.

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Nova Kelca, 2008

Después de la comida me voy a buscar alojamiento y solo encuentro un sitio en el que por una cama en una habitación cuádruple que evidentemente no van a llenar esta noche me quieren cobrar cuatro camas. Digo que no. La única opción es volver sobre mis pasos. Y resignadamente es lo que hago. La lluvia me pilla. No es muy fuerte, pero amenaza con serlo. No encuentro nada en los primeros pueblos que pasé alrededor del lago. Me empiezo a desesperar y sigo haciendo kilómetros. Caen varios rayos y truena con fuerza. Bordeo el lago por su lado más oriental. Las vistas son impresionantes, una pena tener que ir tan rápido. Encima ahora hay varios repechos impresionantes. Me va a dar algo. Llego arriba y a bajar. Si hay otra subida más me tiro al lago. Un cartel dice que el hotel Mary está a varios cientos de metros. Llego y el hotel está cerrado. Si por lo menos estuviera abandonado me metía a dormir con el saco, pero no es así. Vuelvo a la carretera. Llego a Nova Kelca. ¡¡¡Zimmer Frei!!! Bien, voy a buscar donde están las habitaciones que alquilan y paso por delante de un bar/hotel un poco cutre y con poca clientela, que después de no encontrar las habitaciones de alquiler y ante lo feo que pinta el cielo acaba convirtiéndose en mi casa por esta noche. La habitación es cutre pero barata. Hablan polaco y está limpio. Esta noche me he salvado. Como unos bocatas en la habitación y me bebo tres vinos eslovacos en la terraza. ¿Qué más se puede pedir? Pues que por la noche no haya una fiesta de adolescentes organizada por el hijo del dueño del bar y que los adolescentes no se vengan a hacer manitas al pasillo de mi habitación. Pero por lo menos tengo un techo bajo el que dormir por esta noche.

Total del día: 94,24 km en 5:54 h de bici


odiolosdomingos

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En este blog podrás encontrar algunas de mis fotos, que iré renovando de forma irregular, aleatoria y según me apetezca. A veces también escribo sobre lo que me pasa, lo que hago, dónde estoy, lo que como o mis viajes… en general sobre aquello que me da la gana. / In this blog you can find some of my photos, that I will be updating irregular and randomly as I feel like doing it. Sometimes I also write about what happens to me, what i do, where I am, what I eat or my travels… after all about what I feel like.

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