Día 8 Dubovica-Nowy Sącz

Dubovica

Desde Dubovica, 2008

Me levanto pronto, descansado y muerto de hambre. Una luz intensa que a ratos se hace más débil para volver con toda intensidad uno segundos más tarde entra por la ventana. Es fácil y rápido recoger todo cuando todo está seco y no hay que esperar para que el sol o el aire se lleven la humedad del suelo de la tienda de campaña. Así que, en menos tiempo del habitual estoy listo para dar pedales. Con los fondos tan recortados gracias a la lógica de tener que pagar por 2 personas cuando solo uno usa la habitación no tengo ni para una tostada. Me monto en la bici y con mala leche, y un hambre que hace rugir mis tripas como locas, me lanzo por el descenso, que ayer fue ascenso hasta el hotel. En unos minutos me planto en el centro de Lipany con un banco localizado para cambiar un poco de pasta, cosa que quería evitar para perder lo mínimo por cambios y recambios. Desde enero de 2009 Eslovaquia tiene Euro, pero no en el momento del viaje. A lo que vamos. La entrada del banco la veo, pero la oficina no. ¿? ¡Es que el banco está en el primer piso! Lo que me faltaba. Me debato sobre qué hacer y me arriesgo. Cojo las cosas de valor y los documentos con la bolsa de manillar y dejo lo demás, junto con la bici candada a la barandilla de las escaleras. Subo a la sucursal del banco y hay dos colas de una persona. Bueno. El que hace cola soy yo y delante de mi hay una persona en cada ventanilla que es atendida. Y el tiempo pasa. Y no terminan. Me pongo nervioso. Pregunto que si puedo abrir la ventana y mirar porque tengo la bici abajo. Al principio no entienden qué quiero pero enseguida me dicen que sí, sin ningún problema. Lo hago un par de veces y todo sigue en su lugar. Al final una de las clientas, una señora muy mayor, termina y me dice que ella me vigila la bici que, por solidaridad, porque allí no se puede fiar uno de nadie, que ella dejó su bici un momento para subir al banco y cuando bajó no estaba. Me pongo un poco nervioso pero como es mi turno le doy las gracias, cruzo los dedos y me voy a cambiar mi dinero. La operación se me hace eterna. Y no solo es que se me haga, es que se eterniza de verdad. Creo que cinco minutos son pocos. Cuando bajo, sorpresa, la señora está apalancada cuidándome la bici al lado de la escalera. Me dan ganas de darle un beso, le agradezco su atención y me llevo este recuerdo tan simpático en una fresca mañana de agosto de mi estancia en Lipany.

Afueras de Lipany

A las afueras de Lipany, 2008

Ya en el mismo Lipany, incluso para alcanzar el banco he tenido que empezar a subir, pero la cosa no queda aquí. Menos mal que la mañana está fresca con las nubes que vienen y se van. La luz vuelve a ser fantástica. Y tengo un hambre de mil demonios. No es masoquismo, es que no hay nada abierto, aparte del banco a estas horas, con lo que me pongo a dar pedales rumbo al norte, sé que el próximo pueblo, L´ubotin, en el que puedo encontrar algo abierto está a 16 kilómetros, que pueden ser unos 40 minutos. No quiero perder tiempo y me pongo en marcha. Por supuesto cuando llego la cafetería está todavía cerrada. ¡Qué suerte la mía! Espero un rato, pienso, me cambio de ropa y miro el quiosco donde la gente compra porquerías mientras espera el autobús. ¡Pero yo no quiero chocolate! Me apetece algo contundente. Pienso en comida y se me cae la baba como al perro de Pavlov. A la bici y a dar pedales.

Plavnica

Plavnica, 2008

Un rato más tarde, y después de un par de subeybajas más llego a Plavnica, que a su entrada junto a un concesionario de coches tiene un restaurante que no es atendido con demasiada simpatía, tal vez por la hora, o por lo que pido a esas horas. Con la carta en la mano y el bolsillo lleno, creo que no llegan a 20 euros mis existencias, lo que da para mucho por estas tierras, pido fallidamente un par de platos que no hay. Acabo pidiendo para empezar, una salchicha con rábano y mostaza, de segundo carne guisada con col, tropezones, patatas fritas y dos cocacolas. Si me muero va a ser con la tripa llena. La única sorpresa desagradable es que en cuanto me descuido me han mangado el pan. Cosa típica de estos lares. Si venís echaos el pan al bolsillo, si tenéis suerte de que os ponen, porque si no se lo vuelven a llevar en menos que canta un gallo. La sorpresa positiva, la primera de ellas, que la salchicha resulta ser un chorizo, que sabe a chorizo y todo, la segunda la cuenta, de risa. Y todo muy, muy bueno.

Dejando Plavnica

Dejando Plavnica, 2008

Con la tripa llena como voy cualquier instante es bueno para hacer una foto, así que entre que la luz es muy bonita hoy y hay unas cuestas de la leche, pie a tierra y foto al canto. Espero poder volver por toda esta zona porque es una gozada para hacer bici de carretera. No llega a tener unos puertos bestiales como los que tenemos nosotros en España, pero puedes hacerte rutas rompepiernas muy interesantes.

Dirección a Stara Lubovna

Dirección a Stara L´ubovna, 2008

La ruta, pese a lo que me he metido entre pecho y espalda, se hace muy llevadera. No hace excesivo calor, y no llueve, lo que es todo un alivio. Además que en este viaje todavía llevo la configuración antigua de guardabarros de a euro, que he tenido la oportunidad de comprobar hasta que punto es inefectiva. A demás de que el paisaje es especialmente atractivo hoy, por la nubecitas y el sol, empiezan a aparecer castillos en las colinas, que le dan un punto muy gracioso a la zona. Aunque las montañas de aquí no son muy altas, si que tienen alguna colina escarpada. Y en cada una de esas colinas plantificaron un castillo. Unos minutos más y volando me planto en Stara L´ubovna. Unas callecitas y continuo mi ruta…. ¡en ascenso!

Kremná

Kremná, 2008

La foto de despedida de Eslovaquia la hago después de un par de kilómetros de subida a buen ritmo y una pausa técnica, que de hecho ha sido la única que he tenido que hacer hasta el momento en este viaje. Justo cuando termino de subir el puertecito que acabo de dejar atrás empiezo a bajar piñones, y se me pone la cadena graciosa, muevo el desviador y el cambio trasero y en dos segundos logro que la cadena se salga y se quede enganchada entre la biela derecha y el plato grande. Enganchada y retorcida. Estoy en plena curva cerrada, sin arcén y nada más empezar la bajada del puerto. No podía ser mejor. Un par de tirones y un poco de forcejeo devuelven todo a su estado natural. Cruzo los dedos para que no se me parta la cadena en cualquier momento, y menos subiendo.

Entrando en Polonia

Entrando en Polonia, 2008

Después de bajar y bajar un ratillo paso por un pueblo que básicamente estuvo allí por el paso fronterizo, los niños intentan venderme setas y ciruelas pero no se ponen pesados, preguntan casi con desganas. Una tienda tras otra se repite en las casas bajas que se alinean al borde de la carretera. En Eslovaquia el alcohol es más barato que en Polonia y matrimonios de edad media cargan sus coches hasta limites insospechados de botellas de alta graduación. Siempre me ha dado mucho asco este tipo de turismo. Yo busco el agua mineral más barata y algo de chocolate para gastar mis últimas monedas eslovacas. Finalmente solo compro agua mineral. Unos pedales y estoy en la frontera de Polonia. Foto de rigor y a seguir con el camino. Adiós Eslovaquia.

Piwniczna-Zdrój

Piwniczna-Zdrój, 2008

A estas alturas, después de una semana de pedalear sin descanso, de tener días de sol y días de lluvia me he dado cuenta de que he dejado pasar algunos detalles que me llevo en la memoria y de los que no he hecho una sola foto. La arquitectura de madera de Polonia, por ejemplo. Será que de vivir aquí ya me resulta casi una cosa de casa. Sentimiento, que por cierto, tengo al cruzar la frontera. Primera casa de madera que veo, aunque no tiene nada especial, y está a contraluz, pero se convierte en la primera de madera que fotografío nada más entrar a Polonia por si acaso.

Rytro

Rytro, 2008

Con tanto pedalear y un entierro que en comitiva pasa por la carretera se me abre el apetito y me paro en el primer restaurante que veo. La experiencia hace estas cosas y he aprendido que no es bueno arriesgarse. Ahora que hace unas dos horas que he comido toca de nuevo llenarse la tripa. Me paro en el primer restaurante que veo en Polonia, con sus peculiaridades polacas, que son distintas a las peculiaridades que tenemos en cada uno de nuestros sitios, me dan de comer, después de esperar casi 45 minutos. Y yo no aprendo que esto es normal en Polonia, aunque seas el único cliente, y siempre pregunto que si me han entendido o que si se han olvidado de mi comida.

Stary Sącz

Stary Sącz, 2008

Desde que he entrado en Polonia el tráfico se ha hecho casi imposible. Los coches, y lo camiones, pasan muy cerca, demasiado, y muy rápido. En Polonia la cultura de respeto por el ciclista no existe. Si tienes un volante entre tus manos tienes que ser el más rápido y demostrar que eres el más macho. De verdad, que es peor que en otro sitios. Después de pocos kilómetros llego a una carretera que era la antigua carretera de acceso a Stary Sącz y la cosa se tranquiliza. En tres o cuatro kilómetros entro en el casco histórico de la ciudad que está muy arreglado y cuidado. Me sorprende encontrarme tantas cosas arregladas por esta parte de Polonia, porque no es lo más habitual en la zona centro o en el este. Después de recorrer el pueblo me pongo a buscar los hostales que aparecen en las guías y no los encuentro. Al final resulta que no existen, bien porque cerraron, bien porque nunca existieron. Voy a la residencia de estudiantes y dicen que no funciona como tal ya. Solo me queda visitar los hoteles de verdad. La visita me sirve para confirmar que, como podía adivinar por su pinta, son muy caros para mi economía, casi 60 euros, todo un disparate para la economía local. Me decido recurrir al camping, que está a unos kilómetros a las afueras. Cuando llego el camping está abandonado, bandálicamente destrozado y ocupado por unos borrachos y adolescentes con ganas de cachondeo. Por desgracia me toca seguir la marcha hasta Nowy Sącz, son solo 11 kilómetros y seguro que allí encuentro algo. Los 11 kilómetros acaban siendo un verdadero infierno. Coches y camiones, a lo que se les añade un par de kilómetros sin arcén.

Nowe Sącz

Nowe Sącz, 2008

Cuando entro en Nowy Sącz estoy tan derrotado de pensar lo que me queda de coches en los siguientes tres días que busco la estación de tren. No sé qué conexión puede haber con Varsovia desde aquí, pero no me apetece pasarme las tres próximas noches buscando alojamiento de gran ciudad en gran ciudad por carreteras tan transitadas. Estoy muy acostumbrado a hacer carretera, ya son muchos años de bici, aunque lleve unos cuantos sin viajar, pero lo de hoy ha colmado el vaso de mi paciencia. En la estación me informan que puedo coger un tren esta noche y llegar de madrugada a Varsovia. Está decidido. Mi viaje ha terminado este año aquí.

756, 54 km

756, 54 km, 2008

He tenido oportunidad de pensarlo mucho. Podría haber aprovechado los 3 días, que en principio eran para volver a Varsovia, por la zona. Subir de nuevo a la montaña y bajar más tarde a Nowy Sącz a coger el tren, pero los estados de ánimo al viajar son muy importantes y al llegar a este punto las circunstancias me habían sacado del viaje. La idea de todo esto era cruzar los Cárpatos empezando en Polonia, pasando por la República Checa, Eslovaquia, Ucrania y Rumania. Sin embargo, las dificultades eran muchas, la primera, la falta de tiempo. A eso se unía el que la sensación de avance, de progreso autónomo en el viaje en bici son conceptos fundamentales para mí y era necesario salir desde Varsovia. Por lo que contando con tan poco tiempo, la aventura se inició finalmente desde Varsovia hacia el sur siguiendo el Vístula solo por tener una excusa. Más tarde me separé de su cauce cuando este, en el sentido inverso que yo lo recorría, gira al oeste, para evitar Cracovia, que ya lo conozco, y el nacimiento del mismo Vístula, que también conozco del 2008. Con todo esto, me di por satisfecho y por concluida mi aventura ciclista de este verano habiendo llegado desde Varsovia hasta el norte de Eslovaquia y regresando a Polonia. Desde luego de Trascarpática ha tenido poco la aventura y así tengo una excusa para volver a este proyecto en otro momento.

Total del día: 102, 41 km en 6:15 h de bici


odiolosdomingos

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En este blog podrás encontrar algunas de mis fotos, que iré renovando de forma irregular, aleatoria y según me apetezca. A veces también escribo sobre lo que me pasa, lo que hago, dónde estoy, lo que como o mis viajes… en general sobre aquello que me da la gana. / In this blog you can find some of my photos, that I will be updating irregular and randomly as I feel like doing it. Sometimes I also write about what happens to me, what i do, where I am, what I eat or my travels… after all about what I feel like.

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